Cuando parecía que el compromiso estaba cerrado y que la deuda histórica con los bicampeones de la Superliga llegaría a su fin en la segunda semana de octubre, surgieron nuevas sombras sobre el acuerdo. Fuentes cercanas al consejo de GYA aseguran que uno de los accionistas, cuya identidad no ha sido revelada, estaría considerando refinanciar la deuda por otros tres meses.

El rumor cayó como un balde de agua fría sobre la comunidad. Los campeones de Noxus, ya acostumbrados a esperar más tiempo del que dura un split entero, ven con escepticismo el compromiso firmado. “Si otra vez retrasan los premios, vamos a tener que cobrar en trofeos digitales y skins de cortesía”, ironizó un miembro del plantel.

Dentro del consejo, las reacciones no se hicieron esperar. Algunos consideran la maniobra un insulto a la credibilidad de la organización, mientras otros la ven como un “ajuste necesario” para no desestabilizar las finanzas del club. Lo cierto es que, de confirmarse la renegociación, los premios pactados volverían a quedar en el aire y la paciencia de los jugadores llegaría a su límite.

Bryan Gonzales, presidente de GYA, evitó referirse de manera directa al rumor, pero sí lanzó una advertencia: “El plazo máximo es octubre. Lo dije en la reunión y lo repito: los campeones recibirán lo que les corresponde. No hay más tiempo”. Su mensaje fue interpretado como una presión clara hacia el supuesto accionista anónimo.

Mientras tanto, la comunidad debate con suspicacia quién podría ser el responsable de la maniobra. Se mencionan nombres, se cruzan apuestas y hasta se bromea con que el “accionista fantasma” es en realidad un bot de Riot enviado a castigar a GYA por exceso de memes.

La realidad, sin embargo, es menos graciosa: si la deuda vuelve a aplazarse, no será solo un golpe económico, sino un atentado directo contra la credibilidad del consejo y contra la paciencia de quienes hicieron grande la Superliga.

En GYA, el reloj sigue corriendo, y cada día que pasa acerca más la fecha límite de octubre. Si alguien mueve la línea otra vez, el costo ya no será financiero: será histórico.

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